Al día siguiente a las 6,30 de la mañana estábamos en la aduana pagando el Laissez Passer por 7000 CFA y entregando las fotocopias que no servirían para nada. Un caso más de cómo funcionan las fronteras africanas. Nos despedimos del tipo que nos quería cobrar una pasta por ayudarnos a pasar el camino enfangado, le decimos que no tenemos dinero para pagarle, aun así nos da su teléfono para llamarlo si nos quedamos atrapados. Iniciamos camino, por lo que serían los peores kilómetros del viaje. Aquello que temíamos era cierto, un camino en medio de la floresta tropical completamente enfangado, alternándose con centenas de metros de tierra firme, en los que nos alegrábamos y contábamos los metros recorridos, hasta encontrarnos nuevamente con otros tramos prácticamente intransitables. Auténticas pozas de barro y agua donde el coche en primera y con tracción, difícilmente andaba. Golpeaba en el fondo con piedras y trozos de troncos. A veces el coche parecía enterrarse para nunca más salir. En dos ocasiones encontramos un “mejor desvío” a cambio de dinero, pero casi estaba peor que el original. No vimos coches en nuestro sentido, solo motos que casi desparecían en las zonas más complicadas. Y ayudamos a sacar otro todoterreno que estaba hacía más de dos horas atascado en una subida fangosa y solo salió tirando con nuestra “eslinga”. En los últimos kilómetros, el coche encalló y tuvimos que echar mano de las placas y de las palas. Estuvimos una hora quitando barro de debajo del coche, mientras el calor de un sol fuerte atraía una moscas pegajosas. Fueron momentos realmente difíciles y 3 horas para 25 kms. Realmente una experiencia inolvidable. El camino hasta Mamfe estaba algo mejor. Después decidimos ir en dirección a la costa: pista de tierra hasta Kumba. El camino resultó estar en peor estado de lo que pensábamos y a pesar de pasar un escenario espectacular de ríos y cascadas en medio de la selva, encontramos muchas zonas completamente anegadas de fango. En varias ocasiones nos tuvimos que parar para quitar fango de las pastillas de los frenos. En unas cascadas aprovechamos para lavar los zapatos y la ropa. Pasados unos 70 kms llegamos a Nguti bajo la lluvia y empezó una carretera de asfalto en muy malas condiciones con grandes agujeros de agua y barro. Nos dimos cuenta que los frenos fallaban y el freno de mano no funcionaba. Se nos hizo tarde y decidimos hacer noche en una aldea, Tandalaye, tomando unas cervezas con los habitantes para relajar del duro día.
Tras una noche de lluvia intensa, los aldeanos nos regalan bananas y continuamos camino con un estudiante de la aldea que iba para la ciudad. Más caminos difíciles y paramos en Kumba. Con ayuda del estudiante cambiamos las pastillas de los frenos y ajustamos el freno de mano, y seguimos ahora por carretera asfaltada encontrando numerosos ríos con personas lavando sus coches o motos dentro. También otros que venden en la carretera pequeños animales herbívoros cazados en la floresta. El estudiante nos dice que a veces venden hasta carne de elefante, primates y algunos antílopes. Mercado negro.
A nuestra derecha aparece el Monte Camerún, de 4095 m de altura, siendo el más alto de la costa oeste africana y el segundo en toda África después del Kilimanjaro. Se trata de un volcán activo con erupciones frecuentes, y con su ladera llena de palmerales que se pierden en las nubes.
Llegamos a Limbe y se baja nuestro compañero de viaje. Es una localidad de destino turístico para muchos cameruneses. Acampamos en Elisat Restaurant en Batoka Beach, milla 8 después de Limbe. Damos un paseo por la playa de arena negra volcánica y comienza una lluvia torrencial. Cervecita para relajar y cenita de bacalao con garbanzos en medio de una autentica oscuridad, con enormes sapos y cangrejos a nuestro alrededor.
Después de otra noche lluviosa, nos ponemos en camino. Son más de 300 kms hasta Yaounde, la capital. Pero queremos llegar antes de las 3 a ver si conseguimos entregar al menos el pasaporte en la embajada de Gabón, cuyo visado puede tardar un par de días. El camino es por carretera asfaltada en muy buen estado y atravesamos Douala con intenso tráfico y tromba de agua. Una vez en Yaounde encontramos intenso tráfico, hay cortes de calles porque se celebran 7 años más del actual presidente que está en el poder hace más de 29 años. Es Paul Biya.
Es viernes, y nos pasamos por las tres embajadas en las que tenemos que conseguir visado:
1. En la embajada de Gabón, que hasta el martes no hay nada que hacer. Tarda 24 horas, 70000 CFA por cada visado.
2. En la de R.D.C. (República Democrática del Congo) nos dicen que ni hablar, que si no somos residentes no hay visado, ni siquiera con medidas persuasivas. Que intentemos cuando lleguemos a Brazzaville (Congo).
3. En la del Congo, también cerca, y nos dicen que volvamos el martes que se puede sacar en el mismo día, por 100000 CFA.
Por tanto unos tres días de espera con el fin de semana. Comemos en un restaurante cercano donde retransmiten la ceremonia religiosa del presidente, y en el momento de dar la paz, dos chicos y dos chicas se levantan de la mesa y vienen hacia nosotros para estrecharnos las dos manos, mientras un par de ratones corren por debajo de la mesa. Nos quedamos a dormir en una Guesthouse de la Iglesia Presbiteriana, en lo alto de una colina junto a los depósitos de agua y vistas panorámicas de la ciudad. Hoy toca cuarto con cama.
Al día siguiente encontramos para desayunar una boulangerie, café con leche, tortilla de verduras, pan, napolitana de chocolate y zumo de naranja, un lujo.
Según las previsiones del tiempo, lloverá en los próximos países, es el inicio de época de lluvias, y pensamos en los futuros caminos intransitables y, según nuestros cálculos estamos justos de tiempo para llegar a la frontera con Angola. Nuestro visado de Angola caduca en unos 10 días y si no llegamos a tiempo nuestro viaje podrá llegar a su fin porque conseguir otro visado en la frontera es complicado, y de ser así sería de 5 días y no de 30 días como el que tenemos.
Hoy, un día sin atascos, la ciudad nos parece más amena, muchas colinas y muy verde. La plaga de taxis se cuelan por todos lados, dueños de las calles. Son frecuentes los vendedores de zapatos que deambulan por las calles con dos-tres pares a la venta, con un ejemplar en la cabeza. En África, todo es posible transportar en la cabeza, nadie se espanta. Hoy mismo vimos a un chico llevando una máquina de coser sin agarrar con las manos. Ni en el circo…
Los tres días siguientes decidimos pasarlos en Monatele junto al rio Sanaga, a una hora de la capital. La carretera es muy buena y un día de sol espléndido. En un check point cerca del destino, un policía después de hojear nuestros pasaportes, nos informa que hay un centro turístico junto al rio donde podremos acampar. El mismo policía nos dice que luego se pasara para hacernos una visita. Es el Centre Touristique, en la margen sur del rio. Cuando llegamos hay una celebración política y aparece el alcalde de Monatele diciéndonos que están de obras para mejorar las instalaciones pero que podremos pernoctar. Por el precio de los bungalows, completamente básicos, no vale la pena acampar. Decidimos quedarnos los tres días, para descansar, aprovechar para lavar ropa, pasear por el rio y dar descanso al coche. Acabamos por hacernos amigos del alcalde, de los empleados del complejo turístico y del policía del check point que apareció para conversar y tomar una Isembeck, la cerveza que nos acompañó durante todo el tiempo en Camerún.
Después de estos tres días ociosos, volvemos a Yaounde. En internet recibimos mensaje de la cuñada de los portugueses para avisarnos de que éstos, habían sido retenidos en Kinshasa (RDC) por dos días. El visado sacado en Brazzaville para entrar en R.D.C. no les servía, no sé por qué razón habían sido deportados de nuevo al Congo. Y ahora intentan entrar en Cabinda (Angola) por Pointe Noire. La embajada portuguesa había intervenido. La noticia nos dejó planchados. Contactamos también con la embajada de España en R.D.C. que nos dice que la situación está complicada en el país. Teníamos que pensar en un plano “B” de la ruta a tomar.
Al día siguiente nos presentamos en la embajada de Gabón, y dejamos los pasaportes, en 30 horas estará listo, mas probablemente a las 3 del día siguiente. Para relajar nos vamos a almorzar larvas de bambú cocinadas. Y contactamos con un amigo de Carlos (Jonas) que vive en Cabinda y que nos ayudará en el plano alternativo para entrar en Angola si tenemos problemas para atravesar R.D.C.
Por la tarde visitamos el Museo de Arte, en el monasterio benedictino con esculturas y estatuas interesantísimas y luego, un precioso lago dentro de la ciudad.
Al día siguiente nos pasamos por la embajada de Congo, explicamos que nuestros pasaportes están en la embajada de Gabón, pero que queremos salir en el mismo día. Una encargada del Congo nos hace el favor de ir personalmente a la embajada de Gabón a recoger nuestros pasaportes para dar visado del Congo también en el mismo día. Mientras tanto decidimos esperar en el bar de un centro cultural africano cerca de las embajadas y aparece la encargada congolesa que nos pide pagar directamente el almuerzo a ella y a dos más por el favor. No tenemos otra opción que “invitarlos”. A las dos de la tarde teníamos en mano el pasaporte con los dos visados. Y nos dirigimos hacia la frontera con Gabón.
El paisaje vuelve a ser tropical con una vegetación rebosante hasta la carretera que está en buenas condiciones. Es frecuente encontrar numerosas placas negras con forma de figura humana avisando de lugares donde murieron personas por accidente o atropello. Pasamos Ebolowa y acabamos por dormir a unos 80 kms de la frontera en una aldea llamada Meyo Centre. En medio de una curiosidad de aldeanos, junto a una iglesia católica, y con el ruido incesante de fondo de la jungla que nunca duerme.
Todavía no sabemos muy bien qué hacer, parece que los amigos portugueses no habían podido pasar de Kinshasa por las próximas elecciones en el país, y nos preguntábamos si pasarnos por Libreville, capital de Gabón y tentar conseguir allí el visado para RDC. Y atravesar por Mindouli. Pero, no parecía fácil ni seguro, y quizás perderíamos varios días y no poder entrar en Angola.
Al día siguiente llegamos a la frontera con Gabón, atravesamos por Kye-Ossi. Aunque hay otra entrada más hacia el este, pero se juntan las dos en Bitam al otro lado de la frontera. Para la salida, primero tuvimos que ir a la aduana donde nos obligaron a pagar unos 10000 CFA para salir con el coche, con una pequeña discusión con la policía porque exigimos un recibo. Después pasamos varios controles donde anotan nuestros datos hasta que en uno de ellos nos sellan los pasaportes.
Una vez en Gabón, compramos el Laissez Passer por 5000 CFA y sellamos entrada, en Bitam. La carretera es magnífica y el paisaje espectacular. La vegetación exuberante llega hasta la carretera y hay empleados del gobierno con cortadoras de hierba mecánicas en ambas márgenes de la carretera. Y llegamos al Ecuador, latitud 0, parada obligada para tirar unas fotos y dejar una pegatina del blog pegada en la placa. El hemisferio Sur nos recibe con un pedazo malo de carretera hasta Ndjole. Y continuamos sin saber muy bien qué hacer, si desviarnos para Libreville para intentar conseguir visado de RDC o seguir hasta Lambarene, y olvidar el RDC entrando en Angola por Cabinda. La decisión no es fácil, ya que Cabinda es un enclave de Angola separado del resto del país por una franja del RDC y solo tenemos visado de una entrada. Telefoneamos a los portugueses que tuvieron problemas y nos dicen que ni hablar, que no vamos conseguir atravesar por RDC, hay elecciones y que los visados que no son emitidos en los países de origen no valen. Así que solo tenemos una opción, llegar a Cabinda para asegurarnos la entrada en Angola y luego se verá.
Continuamos para Lambarane. Es una ciudad espectacular asentada en una isla rodeada por el río Oogue y, por tanto tiene tres partes: una margen oeste, la isla y la margen este. Tras pasar el segundo puente la policía nos para sin más y nos pide dinero. Amablemente evitamos pagar. Buscamos algo para dormir pero todo es caro. Cenamos en un restaurante donde nos la clavan claramente. Y dormimos en un complejo de bungalows llamado Les Sirenes junto a un brazo del rio, la dueña nos deja acampar gratis. Esto nos compensa la clavada del restaurante.
Al día siguiente en Lambarene visitamos el hospital de Albert Schweitzer, premio Nobel de la Paz en 1956. Un médico nacido en Alsacia que a principios del siglo XX creó un hospital aquí para tratamiento de enfermedades tropicales. Vistamos su casa museo y el antiguo hospital, con su sala de operaciones e instrumentación quirúrgica, incluyendo la urológica. Hoy en día existe una fundación para el hospital nuevo. En un día amenazante de lluvia, continuamos el viaje en dirección a la frontera del Congo. Es un largo viaje por carretera muy buena, pero la lluvia se intensifica y el cielo plomizo parece caerse encima de nosotros. Vamos en dirección a Mouila, donde la carretera para Ndende se convertirá en pista de tierra, y tememos que en ríos de barro. En el camino somos parados por una pareja de viajeros alemanes que va en sentido contrario. Se han dado la vuelta. Nos avisan que la entrada en RDC es imposible, y que no están a dar visados para Angola en el Congo. Y que las calles de Mouila a donde nos dirigimos, son ríos de agua. Y que en el Congo los caminos están prácticamente intransitables. O sea, unos 400 kms complicados. Ellos, se vuelven en dirección a Libreville donde meterán el coche en barco en direcciona a Cape Town, acabando así su sueño de viaje trans-africano. Nosotros decidimos avanzar.
Continuamos muy preocupados, pensando que no vamos a llegar a tiempo de llegar a Angola o quedarnos atrapados en los caminos enfangados del Congo.
Llegamos a Mouila donde efectivamente se nota que ha llovido muchísimo, pero conseguimos pasar y continuamos unos 70 kms hasta Ndende por pista de tierra con algunas zonas más complicadas, ya cerca de la frontera con el Congo. Aquí parece que el tiempo no esta tan mal, y sellamos la salida de Gabón sin problemas. Solo nos faltan unos 40 kms hasta la frontera de tierra más dura. Esto nos anima, quizás el Congo no esté tan mal como nos habían informado.